escrito por la Osita y por él como un pianista toca una sonata, las manos unidas en una sola
búsqueda de ritmo y melodía.
Apenas terminada la expedición, volvimos a nuestra vida militante y partimos una
vez más a Nicaragua donde había y hay tanto que hacer. Carol reanudó allí su trabajo de
fotógrafa mientras yo escribía artículos para mostrar en todos los horizontes posibles la
verdad y la grandeza de la lucha de ese pequeño pueblo que infatigablemente continúa su
viaje hacia la dignidad y la libertad. También allí encontramos felicidad, ya no solos en los
paraderos del París-Marsella sino en el contacto cotidiano con mujeres, hombres y niños
que miraban como nosotros hacia delante. Allí la Osita empezó a declinar, víctima de un
mal que creímos pasajero porque en ella la voluntad de la vida era más fuerte que todos los
pronósticos, y yo compartía su coraje como siempre compartí su luz, su sonrisa, su
enamorada vivencia del sol, del mar y de la esperanza en un futuro más hermoso. Volvimos
a París llenos de planes: terminar juntos el libro, dar sus derechos de autor al pueblo
nicaragüense, vivir, vivir todavía más intensamente. Siguieron dos meses que nuestros
amigos llenaron de cariño, dos meses en que rodeamos a la Osita de ternura y en que ella
nos dio cada día ese valor que nos iba abandonando. La vi emprender su viaje solitario,
donde yo no podía ya acompañarla, y el 2 de noviembre se me fue de entre las manos como
un hilito de agua, sin aceptar que los demonios dijeran la última palabra, ella que tanto los
había desafiado y combatido en estas páginas.
A ella le debo, como le debo lo mejor de mis últimos años, terminar solo este relato.
Bien sé, Osita, que habrías hecho lo mismo si me hubiera tocado precederte en la partida, y
que tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el dolor no es, no
será nunca más fuerte que la vida que me enseñaste a vivir como acaso hemos llegado a
mostrarlo en esta aventura que toca aquí a su término pero que sigue, sigue en nuestro
Julio Cortázar - Carol Dunlop
1 comentario:
Es hermosamente triste eso (U).
Debo decirte que VOS sos la que escribe hermoso y es un placer leerte , Merce.Como ya te lo he dicho =)
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