martes, 30 de septiembre de 2008

Muelle en blanco

I
Olvidar el dolor de las palabras
y reir
porque todavía quedan sonrisas
por conquistar.

II

Nada quedó de mí
cuando la espuma y sus olas
se apoderaron de la ciudad.

III

Lentamente las personas se hicieron blancas.
Desde el muelle
cada edificio, cada figura
perdió su sombra esa mañana.

Martes en Congreso

Ella caminaba las mismas plazas,
observaba el molino
mientras el viento astillaba su pálida piel.
Escribía en un cuaderno rojo,
que poco se parecía
a ese verde de palabras sueltas.

Mientras tanto deambulaba sin destino,
por una ciudad que corría a un ritmo escalofriante.
Ella respiraba, como ese martes,
pero esta vez, podía sentir que lo hacía.
Era esto lo que esperaba:
las respuestas sinceras
que no merecen llantos.
Un perdón olvidado,
tu boca, mi boca
gritando.
Era esto lo que tenía,
lo que tenías:
Un amor y una historia sentada
a la espera de posibles interpretaciones.
Pasajera de un exilio ajeno,
de las miradas,
de los detalles.
Hoy voy a otro mundo,
que no es el mío,
a sentir lo que ellos no puedes
Mañana volverá el frío,
la lluvia,
el llanto.

Todavía faltan siete horas.

martes, 2 de septiembre de 2008

Carreras

Buscan debajo de la cama, en el placard su calzado más cómodo para enfrentar la puerta de salida. Lo hacen con una razón, con una simple razón: Poder correr, volar sin tener la necesidad de pisar las baldosas. Solo por ganar minutos, sin saber que luego tendrán que utilizar en algo todo eso que acumularon. La sociedad los invita a creerse miembros de ella abalando que lo fundamental es ahorrar tiempo, invertirlo. Están seguros que así serán realmente felices, haciendo lo que prefieren, sin cruzarse o chocarse con sombras desconocidas.
Ellos aparecen y desaparecen en las calles. Corren, siempre corren, sin detenerse a pensar que el verdadero sentido de la vida no es acumular horas de ventaja, sino caminar sintiendo cada pisada; inhalar el aire, exhalarlo apreciando el color de los árboles en un día tan gris.
No razonan, no comprenden, solo buscan ganar con su más cómodo calzado. Creen que así saldrán invictos en las tristes carreras de sus vidas.

domingo, 22 de junio de 2008

Excesos

Alguien fue por el sendero de los árboles apurados
y vio en la flor más vulgar,
la simplicidad de la bella naturaleza.

Sintió correr por el mar
pies congelados que escapaban
y lloró ilusiones,
con el débil fin de sentarse a eternizar.

Desgastó su vida sintiendo:
Creyó que las expresiones desbordarían como olas
en cada estrella primaveral.

Hoy monologa con sus pensamientos,
y anhela que en este otoño de hojas rojas,
el hielo queme todas esas inútiles percepciones.


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Ella escribe
porque celebra crear espacios
donde sus ficciones interactúen

domingo, 11 de mayo de 2008

La simplicidad de una pérdida

Estoy descubriendo otro plano
y el único temor es la inmóvil condena
a no poder descifrar esta galería de certezas.


Derrota

Esas persecuciones perdidas
Esas medicinas certeras
En la batalla cercana de un tiempo ensordecido.
Ese sufrimiento abandonado
Ese mito salvaje
Ese enigma al que anhelo confesando falsos presagios.

jueves, 8 de mayo de 2008

Prohibido quemar anotaciones

Voy a borrarte debajo de la cama, voy a ocultar en una caja nuestro lenguaje.
Seguramente llegue tu voz a mis ojos, me busques, me llames.
Yo voy a quedarme ciega, voy a detenerme en las luces a contemplar mi sordera hasta que tu presencia se desvanezca,
voy a reencontrarte como héroe en algun sueño áspero donde toda negación será inútil.
Al despertar: volverán la soledad de la alfombra, la asfixia de la caja...
Jugaré nuevamente con la ansiosa ilusión de haberte arrancado.

Aceptación

Seguramente el mundo está actuando en mis pestañas y no espera una nueva interpretación,
solo aguarda que un testigo mudo eternice expresiones en un grito fugaz.


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martes, 29 de abril de 2008

"Los autonautas de la cosmopista" (Post Scriptum -Julio Cortázar- 1982)



Lector, tal vez ya lo sabes: Julio, el Lobo, termina y ordena solo este libro que fue vivido y

escrito por la Osita y por él como un pianista toca una sonata, las manos unidas en una sola

búsqueda de ritmo y melodía.

Apenas terminada la expedición, volvimos a nuestra vida militante y partimos una

vez más a Nicaragua donde había y hay tanto que hacer. Carol reanudó allí su trabajo de

fotógrafa mientras yo escribía artículos para mostrar en todos los horizontes posibles la

verdad y la grandeza de la lucha de ese pequeño pueblo que infatigablemente continúa su

viaje hacia la dignidad y la libertad. También allí encontramos felicidad, ya no solos en los

paraderos del París-Marsella sino en el contacto cotidiano con mujeres, hombres y niños

que miraban como nosotros hacia delante. Allí la Osita empezó a declinar, víctima de un

mal que creímos pasajero porque en ella la voluntad de la vida era más fuerte que todos los

pronósticos, y yo compartía su coraje como siempre compartí su luz, su sonrisa, su

enamorada vivencia del sol, del mar y de la esperanza en un futuro más hermoso. Volvimos

a París llenos de planes: terminar juntos el libro, dar sus derechos de autor al pueblo

nicaragüense, vivir, vivir todavía más intensamente. Siguieron dos meses que nuestros

amigos llenaron de cariño, dos meses en que rodeamos a la Osita de ternura y en que ella

nos dio cada día ese valor que nos iba abandonando. La vi emprender su viaje solitario,

donde yo no podía ya acompañarla, y el 2 de noviembre se me fue de entre las manos como

un hilito de agua, sin aceptar que los demonios dijeran la última palabra, ella que tanto los

había desafiado y combatido en estas páginas.

A ella le debo, como le debo lo mejor de mis últimos años, terminar solo este relato.

Bien sé, Osita, que habrías hecho lo mismo si me hubiera tocado precederte en la partida, y

que tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el dolor no es, no

será nunca más fuerte que la vida que me enseñaste a vivir como acaso hemos llegado a

mostrarlo en esta aventura que toca aquí a su término pero que sigue, sigue en nuestro

dragón, sigue para siempre en nuestra autopista.





Julio Cortázar - Carol Dunlop
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lunes, 28 de abril de 2008

Una hoja arrancada en el mundo de la noche.¿Por qué no el olvido?
Hubiese preferido creerme loca, pensar que solo fue otro mal sueño.
Pero un gesto, una caricia y un perfume con el tiempo vuelven.

jueves, 24 de abril de 2008

Jardines desiertos

¿Por qué no hacer de la sombra insomne, un ameno respiro?
¿Por qué pensar en héroes que abandonaron mis días
y no en los días que me abandonaron pensando?
Es complicado entender que todo es demasiado fácil,
el pesimismo real envició mis pensamientos más sinceros.

Ya nada queda de la niña corriendo en jardines de color,
solo el dolor por lo ausente,
y una amarga conciencia
de las flores que perdieron su aroma mientras
los pájaros agonizaban en sus jaulas.
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No estoy narrando la soledad que invade al espejo cuando me veo,
estoy llorando las voces, los cuadernos y los recuerdos.
No estoy amando una sombra sin objeto,
estoy gritando suavemente mis deseos hasta que una voz fértil me aguarde.







Uno

Ella espera ver correr el alba sin involucrarse. Suele reencontrarse con sus llamas en un punto de la almohada y exige piedad cuando alguien comienza a rugir su nombre.
Ella cree verse atrapada por el amor de las poesías y grita expresiones hasta que sus manos, cansadas, comienzan a relatarlas.
Ella tiene mirada fría, y confiesa palabras ácidas, ella llora aun cuando no la escuchan, esperando que llegue el día que la escuchen para poder dejar de llorar.