martes, 30 de septiembre de 2008
Muelle en blanco
Olvidar el dolor de las palabras
y reir
porque todavía quedan sonrisas
por conquistar.
II
Nada quedó de mí
cuando la espuma y sus olas
se apoderaron de la ciudad.
III
Lentamente las personas se hicieron blancas.
Desde el muelle
cada edificio, cada figura
perdió su sombra esa mañana.
Martes en Congreso
observaba el molino
mientras el viento astillaba su pálida piel.
Escribía en un cuaderno rojo,
que poco se parecía
a ese verde de palabras sueltas.
Mientras tanto deambulaba sin destino,
por una ciudad que corría a un ritmo escalofriante.
Ella respiraba, como ese martes,
pero esta vez, podía sentir que lo hacía.
martes, 2 de septiembre de 2008
Carreras
Ellos aparecen y desaparecen en las calles. Corren, siempre corren, sin detenerse a pensar que el verdadero sentido de la vida no es acumular horas de ventaja, sino caminar sintiendo cada pisada; inhalar el aire, exhalarlo apreciando el color de los árboles en un día tan gris.
No razonan, no comprenden, solo buscan ganar con su más cómodo calzado. Creen que así saldrán invictos en las tristes carreras de sus vidas.
domingo, 22 de junio de 2008
Excesos
y vio en la flor más vulgar,
la simplicidad de la bella naturaleza.
Sintió correr por el mar
pies congelados que escapaban
y lloró ilusiones,
con el débil fin de sentarse a eternizar.
Desgastó su vida sintiendo:
Creyó que las expresiones desbordarían como olas
en cada estrella primaveral.
Hoy monologa con sus pensamientos,
y anhela que en este otoño de hojas rojas,
el hielo queme todas esas inútiles percepciones.
domingo, 11 de mayo de 2008
La simplicidad de una pérdida
y el único temor es la inmóvil condena
a no poder descifrar esta galería de certezas.
Derrota
Esas medicinas certeras
En la batalla cercana de un tiempo ensordecido.
Ese sufrimiento abandonado
Ese mito salvaje
Ese enigma al que anhelo confesando falsos presagios.
jueves, 8 de mayo de 2008
Prohibido quemar anotaciones
Seguramente llegue tu voz a mis ojos, me busques, me llames.
Yo voy a quedarme ciega, voy a detenerme en las luces a contemplar mi sordera hasta que tu presencia se desvanezca,
voy a reencontrarte como héroe en algun sueño áspero donde toda negación será inútil.
Al despertar: volverán la soledad de la alfombra, la asfixia de la caja...
Jugaré nuevamente con la ansiosa ilusión de haberte arrancado.
Aceptación
martes, 29 de abril de 2008
"Los autonautas de la cosmopista" (Post Scriptum -Julio Cortázar- 1982)
escrito por la Osita y por él como un pianista toca una sonata, las manos unidas en una sola
búsqueda de ritmo y melodía.
Apenas terminada la expedición, volvimos a nuestra vida militante y partimos una
vez más a Nicaragua donde había y hay tanto que hacer. Carol reanudó allí su trabajo de
fotógrafa mientras yo escribía artículos para mostrar en todos los horizontes posibles la
verdad y la grandeza de la lucha de ese pequeño pueblo que infatigablemente continúa su
viaje hacia la dignidad y la libertad. También allí encontramos felicidad, ya no solos en los
paraderos del París-Marsella sino en el contacto cotidiano con mujeres, hombres y niños
que miraban como nosotros hacia delante. Allí la Osita empezó a declinar, víctima de un
mal que creímos pasajero porque en ella la voluntad de la vida era más fuerte que todos los
pronósticos, y yo compartía su coraje como siempre compartí su luz, su sonrisa, su
enamorada vivencia del sol, del mar y de la esperanza en un futuro más hermoso. Volvimos
a París llenos de planes: terminar juntos el libro, dar sus derechos de autor al pueblo
nicaragüense, vivir, vivir todavía más intensamente. Siguieron dos meses que nuestros
amigos llenaron de cariño, dos meses en que rodeamos a la Osita de ternura y en que ella
nos dio cada día ese valor que nos iba abandonando. La vi emprender su viaje solitario,
donde yo no podía ya acompañarla, y el 2 de noviembre se me fue de entre las manos como
un hilito de agua, sin aceptar que los demonios dijeran la última palabra, ella que tanto los
había desafiado y combatido en estas páginas.
A ella le debo, como le debo lo mejor de mis últimos años, terminar solo este relato.
Bien sé, Osita, que habrías hecho lo mismo si me hubiera tocado precederte en la partida, y
que tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el dolor no es, no
será nunca más fuerte que la vida que me enseñaste a vivir como acaso hemos llegado a
mostrarlo en esta aventura que toca aquí a su término pero que sigue, sigue en nuestro
Julio Cortázar - Carol Dunlop
lunes, 28 de abril de 2008
jueves, 24 de abril de 2008
Jardines desiertos
¿Por qué pensar en héroes que abandonaron mis días
y no en los días que me abandonaron pensando?
Es complicado entender que todo es demasiado fácil,
el pesimismo real envició mis pensamientos más sinceros.
Ya nada queda de la niña corriendo en jardines de color,
solo el dolor por lo ausente,
y una amarga conciencia
de las flores que perdieron su aroma mientras
los pájaros agonizaban en sus jaulas.
Uno
Ella cree verse atrapada por el amor de las poesías y grita expresiones hasta que sus manos, cansadas, comienzan a relatarlas.
Ella tiene mirada fría, y confiesa palabras ácidas, ella llora aun cuando no la escuchan, esperando que llegue el día que la escuchen para poder dejar de llorar.